Por primera vez en la historia, Irán atacó directamente a Israel lanzando centenares de drones y misiles desde su propio territorio. Teherán justificó su acción en respuesta al bombardeo de su consulado en Siria, apenas dos semanas antes, que el régimen iraní atribuyó a Israel. Todas las miradas se centran ahora en ver cuál será el alcance de la reacción israelí. De momento, la represalia contra Irán se ha limitado a un ataque con drones contra una base militar cuyas consecuencias han sido minimizadas por el propio régimen iraní. Estados Unidos ha pedido insistentemente a Israel que evite un acción a gran escala que conduzca a un choque directo con Teherán. Aparentemente, una guerra abierta no interesa a ninguna de las partes en conflicto. Pero en una dinámica de constante respuesta a las agresiones mutuas, cualquier error de cálculo puede resultar fatal.